La escena muestra a Cristo muerto, tendido sobre una mesa , de forma casi perpendicular al espectador . En un fuerte contraste de luces y sombras, la escena transmite un profundo sufrimiento y desolación.
La tragedia se potencia dramatizando la figura de Cristo por su violenta perspectiva y la distorsión de sus detalles anatómicos, en especial el tórax. Las heridas de las manos y los pies están representados sin idealismo ni retórica. La sábana que cubre parcialmente el cadáver, pintada en los mismos tonos que el cuerpo, contribuye al efecto sobrecogedor del conjunto que concluye en los rasgos de la cabeza, inclinada e inmóvil.
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